miércoles, 23 de mayo de 2012

La lectura es la llave del conocimiento.


por José Antonio Millán*
“La lectura es la llave del conocimiento en la sociedad de la información”. Esta es la idea que defiende Juan  Antonio  Millán en su  nuevo libro*.
 Su argumento es que en el siglo XXI  exige habilidades avanzadas de lectura para poder consultar, integrar y asimilar la ingente cantidad de información que las páginas web ponen a nuestra disposición.
Enseguida pasamos revista a algunas  ideas del autor.                                                                                                                                                                        
La información nos rodea desde hace décadas, creciendo exponencialmente: hace treinta años, la documentación de construcción de un gran avión pesaba tanto como la propia aeronave.
 Ahora la documentación ya es mayoritariamente digital. Las revistas científicas se vuelven digitales en número constantemente creciente;lo propio ocurre con  los corpus de leyes; con las noticias; con los datos de las empresas y sus transacciones corporativas; con un  un océano de patentes, de informaciones sobre procesos y productos. A ello hay que sumar los esfuerzos gigantescos por incluir en formato digital muchos de los libros y revistas de las grandes bibliotecas; y los documentos de los archivos.
¿Nos olvidamos de algo? Por supuesto: de los datos sobre los datos. Los catálogos: de nuevas cosas y de antiguas bibliotecas y archivos, los directorios,  las bibliografías, los compendios de informaciones: por área geográfica, por personas, por tema, por fecha...
¿Y los datos sobre datos sobre datos? Pues también: ahí están los catálogos de catálogos, los descriptores de descriptores; los recursos sobre recursos...
Es difícil no sentir vértigo: a una sociedad en crecimiento constante y que genera ingentes cantidades de documentos, se une la recuperación de gran parte del acervo producido en épocas anteriores, y a todo ello las herramientas para organizarlo y ordenarlo. Todo pasa a formato digital; todo acaba formando parte de la Web: todo está al alcance de la mano.
Así es: en la Web todo está al alcance de la mano, accesible a cualquiera.                                                                                                                                                                                                                                                   
Pero la masa total es ingente: medio billón de páginas web, según los últimos datos; es decir: quinientos mil millones de páginas de información... al otro lado de la pantalla.
¿Cómo comprender su magnitud?: Supongamos que se reparte una obra del tamaño de la enciclopedia Espasa a cada hombre, mujer, adolescente, bebé o anciano (por tanto, muchas casas recibirían varias obras, y acabarían con cuatro o cinco paredes cubiertas por ellas). Ahora pensemos: todas las obras son diferentes. Y a continuación: podemos hojear cualquiera de ellas.
¿Qué experimentamos? ¿Felicidad o vértigo?
Lo contó Borges en forma alegórica en su célebre relato La biblioteca de Babel. Esa fabulosa biblioteca contenía  toda la información posible, porque cualquier posible conjunto de palabras estaba en alguna de sus inagotables estanterías. Libros buenos y malos, falsos y auténticos, medio falsos y medio verdaderos: todos.
La Web es nuestra Biblioteca de Babel. Pero necesitamos utilizarla...
Y lo hacemos: Espigamos el hilo de un dato que necesitamos; averiguamos en esta masa de informaciones de muy diversa procedencia cuál es  la que nos hace falta: compararla con otra, seguirla hasta donde nos sirve, y no más allá. Localizar una tercera y una cuarta.
Comprender, resumir y actuar: Sacar conclusiones parciales. Buscar luego otra fuente diferente, seguir sus hilos. Volver sobre las ideas puestas en reserva y avanzar en conjunto. Repetir el ciclo una, diez veces. Al final –con suerte– comprender, resumir y actuar.
Las operaciones que acabamos de describir no son extraordinarias: son las habituales y necesarias y no se limitan a la simple búsqueda de información: implican algo más. Se aplican a infinidad de campos. Lo que se buscaba han podido ser elementos para una investigación médica, ideas de explotación empresarial, rastros de personas o de hechos del presente o del pasado, funcionamientos de compañías o de instituciones, experiencias industriales, precedentes legales, ideas, señales de alarma, claves  para la investigación, para el negocio...
Decíamos que la mayor parte de las operaciones intelectuales que utilizan la herramienta de la Web no pretenden sólo “recuperar información”.
Intentan construir un conocimiento. Esa es la meta real de las personas, de las corporaciones y de las instituciones.
Conocimiento no es información; reparemos en los matices:                                                                                                                                                                                                                                                                
  No es lo mismo la información que el conocimiento:
 La información es algo externo, es informe, es inerte; el conocimiento  es interiorizado, es estructurado, conduce a la acción.
¿Qué hay en la lectura?
La lectura es una habilidad de un tipo muy desarrollado: de hecho es la suma de varias habilidades psicológicas que se adquieren y se ejercitan a edad temprana.
¡Qué entrenamiento visual y gráfico, qué finura de apreciación requiere identificar los signos a través de tipografías, tamaños y características diferentes!
Las personas con escasas habilidades lectoras murmuran cuando leen. Otras no emiten ningún sonido, pero practican lo que se conoce como  subvocalización: su glotis se mueve imperceptiblemente. Ni unas ni otras han interiorizado la conversion directa de texto en significado y, por lo tanto, son lectores defectuosos y poco hábiles.
Sólo los lectores avanzados pueden leer en silencio.
 En realidad, nuestra forma de leer actual –rápida, silenciosa, eficiente– fue surgiendo en paralelo al desarrollo de lo que hoy llamaríamos tecnologías editoriales. Los lectores de antiguos manuscritos leían en voz alta, entre otras cosas porque los textos estaban escritos sin separación de palabras:
intenteustedsihaceelfavorleerestaristradeletrassinpronunciarla
A medida que avanza la construcción del espacio gráfico y tipográfico en los libros, aumenta la finura de la información suministrada; a medida que los procedimientos de representación textual se refinan, los sistemas de lectura avanzan, mejoran y se automatizan. Es una dialéctica entre mejoras tecnológicas y habilidades psicológicas: en su desarrollo mutuo llegan a la evolución y eficiencia que conocemos en el libro y la lectura modernas...
Escuchar con los ojos.
Con un sentido muy barroco de la existencia, el gran Quevedo explicaba de esta forma su relación con la lectura:
“Vivo en conversación con los difuntos
y escucho con mis ojos a los muertos”
Lo que recalcaba Quevedo era el papel de la cultura escrita como preservadora del conocimiento, como posibilitadora del diálogo con el pasado.
¿Cómo aprendemos a leer? ¿De dónde sacamos esas habilidades complejas que, como hemos visto, se han ido construyendo históricamente?
Hay que recordar en primer lugar el papel de la escuela, de la educación primaria. En ella se ponen las bases para la adquisición de la lectura.           
No se trata sólo de la adquisición de unas técnicas si ellas no vienen acompañadas del despertar de una motivación. Los maestros  en la actualidad  tienen a su disposición libros de texto atractivos y adecuados.
Es cierto que el niño que no crece en un ambiente de lectura en su casa, difícilmente podrá alcanzar plenamente las capacidades para tratar con textos. La escuela tiene mayor compromiso con  esos niños sin motivación en sus hogares.
Una sociedad lectora                                                                                                                                        
Quien visita Nueva York, puede tener una experiencia crucial. Aborde un transporte público; móntese en el metro o en un ferrocarril de cercanías y mire en torno. Una mayoría de las personas a su alrededor están leyendo, y muchas de ellas leen libros. Otros están enfrascados en periódicos, revistas...
Así son las cosas en Francia, en Alemania, en Japón, así debería ser en todo el mundo.
*La lectura y la sociedad del conocimiento, José Antonio Millán, Gobierno de Navarra,  2000,http://jamillan.com
 del Blog de Humberto Cueva

domingo, 20 de mayo de 2012

El escritor Carlos Fuentes

(11 de noviembre de 1928- 15 de mayo de 2012)

El autor mexicano falleció los 83 años de edad en la Ciudad de México; era considerado uno de los escritores más destacados en el mundo de habla hispana.
Este año, una de las novelas más importantes de Carlos Fuentes, Aura, cumplió 50 años.
En este 2012, la casa editorial Alfaguara planeaba una edición conmemorativa de La muerte de Artemio Cruz.
Algunas de sus Novelas:
  • La región más transparente, FCE, México, 1958
  • Las buenas conciencias, FCE, México, 1959
  • Aura, Ediciones Era, México, 1962
  • Zona Sagrada, Siglo Veintiuno Editores, México, 1967
  • Cambio de piel, J. Mortiz, México, 1967
  • Cumpleaños, J. Mortiz, México, 1969
  • La cabeza de la hidra, Argos, Barcelona, 1978
  • Una familia lejana, Ediciones Era, México, 1980
  • Agua Quemada. Cuarteto Narrativo FCE, México, 1983
  • Gringo viejo, FCE, colección Tierra Firme, México, 1985
  • Cristóbal Nonato, FCE, colección Tierra Firme, México 1987
  • La campaña (1990); México: Santillana. (Alfaguara)(2002)
  • Los años con Laura Díaz (México, Alfaguara, 1999)
  • Instinto de Inez, Alfaguara, México, 2001
  • La silla del águila, Alfaguara, 2003
  • Todas las familias felices, Alfaguara, 2006
  • La voluntad y la fortuna, Alfaguara, México, 2008
  • Adán en Edén, Alfaguara, México, 2009
  • Vlad, Alfaguara, México, 2010

Fuente: Blog de Humberto Cueva

sábado, 19 de mayo de 2012

¿QUÉ HACEN LOS BUENOS LECTORES CUANDO LEEN? *

1. Anticipan significados: Los buenos lectores utilizan su experiencia previa y la información del texto para hacer predicciones y especulaciones.
2. Eligen su propio material de lectura: Seleccionan una variedad de libros y tipos de literatura para leer.
3. No leen palabra por palabra ni prestan atención a todas las letras: Mientras más trabaja la mente, menos necesitan hacerlo los ojos, así los buenos lectores se centran en grandes unidades de significado del texto.
4. Consiguen libros: Los buenos lectores van hacia donde están los libros. Utilizan la biblioteca, curiosean en las librerías, piden libros prestados a sus amigos y regalan libros.
5. Tienen un propósito para leer: Saben que la lectura puede informar, divertir, enriquecer y que es una herramienta útil para resolver diversos problemas.
6. A veces hojean y otras veces leen cuidadosamente: En los buenos lectores, la velocidad de lectura depende del propósito y del tipo de libro que estén leyendo.
7. Se autocorrigen a menudo: Utilizan estrategias de monitoreo y estrategias de resolución de problemas tales como pasar por alto palabras desconocidas, efectuar relecturas, adelantarse en la lectura o utilizar otras fuentes externas al texto.
8. Efectúan periódicamente paráfrasis: Durante la lectura, los buenos lectores formulan con sus propias palabras lo esencial de lo que han estado leyendo.
9. Preguntan: Hacen preguntas y luego leen para escoger respuestas para esas preguntas.
10. Comparten con otros: Los buenos lectores se reúnen para discutir y compartir con otros lo que están leyendo. Los hábitos de lectura se adquieren naturalmente como resultado de estas interacciones.
11. Encuentran tiempo para leer: Los buenos lectores aprovechan las oportunidades para leer tanto dentro como fuera del aula para acrecentar su caudal de lecturas.
12. Escriben: Comprometerse en actividades de escritura en relación con la lectura es una rutina que los buenos lectores efectúan para mejorar sus habilidades en ambas.
􏰁* New directions in Reading Instruction (Revised) Newark, International Reading Association, 2000 Bess Hinson (editor) Orange County Public School Orlando, Florida, Estados Unidos